Las problemáticas infantojuveniles pueden ser diversas y complejas, abarcando desde dificultades en la escuela hasta problemas emocionales y conductuales. En este contexto, la terapia familiar emerge como una herramienta poderosa para abordar estos desafíos de manera integral. Al considerar al niño o adolescente parte de un sistema familiar, sus problemas no solo están condicionados por sus características individuales sino también por dinámicas familiares bien establecidas (roles, estilos de comunicación, relaciones con otros sistemas más allá del familiar como la escuela, el trabajo o los vecinos). En este artículo, exploraremos cómo la terapia familiar se adapta a las problemáticas infantojuveniles y los beneficios de este enfoque.
La terapia familiar parte de la premisa de que las problemáticas individuales no ocurren en un vacío, sino en un contexto social y familiar. Es por ello que las dinámicas familiares pueden influir significativamente en el comportamiento y bienestar de los niños y adolescentes quienes a su vez e encuentran una posición de vulnerabilidad y dependen estrechamente de dichos contextos para poder satisfacer sus necesidades básicas y emocionales. Involucrando a la familia en el proceso terapéutico se pueden identificar patrones de comunicación, roles familiares y factores estresantes que contribuyen a las dificultades de los niños y niñas.
Cada familia es única y, por tanto, la terapia familiar se debe adaptar a las necesidades específicas de cada una. Actualmente existen una gran diversidad de familias de modo que identificar sus fortalezas y debilidades es crucial para diseñar una terapia eficaz que potencie estos aspectos. Dentro de estas intervenciones se pueden incluir técnicas de comunicación efectiva, resolución de conflictos, establecimiento de límites y desarrollo de rutinas familiares saludables por medio de psicoeducación, role playing o videofeedback.
La terapia familiar se centra en mejorar la comunicación y la empatía entre los miembros de la familia. Los problemas infantojuveniles a menudo se agravan por la falta de comunicación y malentendidos dentro del núcleo familiar. Asimismo, a menudo cada familiar define el problema por el que acude el menor de forma diferente, de modo que un miembro de la familia puede desestimar el motivo de consulta aludiendo que no tiene importancia y otro puede exacerbar el síntoma, siendo crucial llegar a un acuerdo sobre los objetivos de la terapia y garantizar la implicación de todos los miembros en la misma para una buena evolución del problema. A través de la terapia también se potencia la creación de un espacio seguro donde las familias aprenden a expresar sus sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa, fomentando un entorno de comprensión y apoyo mutuo.
Los problemas conductuales y emocionales en niños y adolescentes, como la agresividad, la ansiedad, la depresión o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), pueden ser difíciles de manejar para los padres. La terapia familiar proporciona herramientas y técnicas para abordar estos problemas de manera efectiva como la instauración de límites claros y efectivos, dar órdenes o reforzar conductas adecuadas. Los terapeutas ayudan a los padres a desarrollar estrategias de manejo del comportamiento que sean consistentes y efectivas mediante el modelado y el ensayo, así como a proporcionar apoyo emocional y psicoeducación sobre los trastornos específicos.
Las familias atraviesan diversas transiciones y situaciones de estrés que pueden afectar el bienestar de los niños y adolescentes. Estas pueden incluir el divorcio, la pérdida de un ser querido, cambios de residencia o problemas financieros. La terapia familiar ayuda a las familias a anticipar dichos cambios a los menores, creando un clima cálido donde puedan expresar sus emociones y desarrollar resiliencia para afrontar estos desafíos.
Es crucial promover la identificación de valores familiares como el amor, el respeto, la solidaridad y la honestidad que permitan a los miembros de la familia orientar sus acciones, respetando diferencias de gustos y opiniones siempre y cuando se salvaguarden dichos valores. Esto permite relativizar la importancia de pequeñas rencillas que puedan ir surgiendo y valorar a gran escala el impacto de las conductas prosociales que realizan los distintos miembros de la familia en el día a día.
Coclusión
La terapia familiar se enfoca en abordar las dificultades individuales dentro del contexto social y familiar, destacando cómo las dinámicas familiares influyen en el bienestar de los niños y adolescentes. Al adaptar las intervenciones a las necesidades específicas de cada familia, se potencian habilidades como la comunicación efectiva y la resolución de conflictos. Un aspecto clave es mejorar la empatía y la comprensión mutua, creando un espacio seguro para que todos los miembros expresen sus emociones y necesidades. Además, la terapia ayuda a los padres a manejar problemas conductuales y emocionales en los menores, y brinda apoyo en momentos de transición o estrés, promoviendo valores que refuerzan la cohesión familiar.
Referencias Bibliográficas
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