A la hora de instaurar normas en casa es fundamental tener en cuenta la forma de comunicar las mismas, así como especificar qué se espera de cada miembro de la familia en cada momento y qué ocurrirá si se incumplen las normas, permitiendo a los distintos miembros expresar sus opiniones al respecto, debatiendo sobre distintas formas de adaptar las normas a cada situación propuesta. A continuación, exploraremos algunas pautas para establecer normas de forma eficaz en el hogar.
El primer paso para establecer normas democráticas es involucrar a todos los miembros de la familia en el proceso. Organizar una reunión familiar donde todos puedan expresar sus opiniones y preocupaciones es fundamental. Esto asegura que cada persona se sienta escuchada y valorada. Al dar voz a los niños y adolescentes, se les enseña a expresar de forma asertiva sus opiniones y emociones al respecto.
Antes de establecer normas específicas, es útil que la familia discuta y acuerde los valores y objetivos comunes. Estos valores, como el respeto, la honestidad, la cooperación y la responsabilidad, servirán como base para las normas que se establezcan. Al entender el propósito detrás de las reglas, los niños y adolescentes son proclives a seguirlas y a verlas como justas y razonables.
El proceso de establecer normas debe ser un diálogo abierto y una negociación entre todos los miembros de la familia. Es importante escuchar las ideas y sugerencias de los niños y adolescentes, y considerar sus puntos de vista. Los padres pueden guiar la discusión hacia soluciones que sean aceptables para todos, fomentando el compromiso y la colaboración. Este enfoque ayuda a desarrollar habilidades de comunicación y resolución de conflictos en los niños y adolescentes.
Las normas deben ser claras, específicas y realistas. Evitar reglas ambiguas o demasiado rígidas que puedan ser difíciles de cumplir es esencial, ya que esto solo generará frustración y abandono en los menores. Las normas deben ser comprensibles para los niños y adolescentes y estar adaptadas a su edad y nivel de desarrollo. Para ello podemos usar muñecos o fotos en niños más pequeños pidiéndoles que imiten la acción que se les exige en cada momento (recoger los platos, ordenar la habitación), Además, es útil escribir las normas y colocarlas en un lugar visible, como el refrigerador, para que todos las recuerden y las tengan presentes. En el caso de que las normas sean tareas conviene señalar diariamente su realización llevando a cabo un seguimiento diario.
Es importante que los niños y adolescentes entiendan las consecuencias de seguir o no seguir las normas establecidas. Estas consecuencias deben ser justas, coherentes y relacionadas directamente con la norma infringida. Además, es preferible que la consecuencia sea inmediata a la infracción y no demorada ya que entonces pierde su valor punitivo. Asimismo, al explicar las consecuencias de antemano, se evitan malentendidos y se refuerza el sentido de justicia y responsabilidad.
La consistencia es clave para que las normas sean efectivas. Los padres deben ser coherentes en la aplicación de las normas y las consecuencias. Además, es esencial que los padres modelen el comportamiento que esperan de sus hijos. Los niños y adolescentes aprenden observando a sus padres, por lo que es importante que los adultos se comprometan con el respeto a las normas y asuman su responsabilidad cuando cometen errores.
A medida que los niños crecen y las circunstancias cambian, las normas pueden necesitar ajustes. Es útil revisar las normas periódicamente en reuniones familiares y hacer los cambios necesarios. Esta revisión regular asegura que las normas sigan siendo relevantes y adecuadas para la familia. También ofrece una oportunidad para celebrar los logros y reforzar el compromiso hacia las reglas establecidas.
Coclusión
Establecer normas de forma democrática en el hogar no solo fomenta un ambiente de respeto y colaboración, sino que también enseña a los niños y adolescentes habilidades valiosas como la comunicación, la negociación y la responsabilidad. Al involucrar a todos los miembros de la familia en el proceso, definir claramente los valores y fomentar el diálogo se crea un entorno donde todos se sienten valorados y comprometidos. Este enfoque democrático no solo fortalece las relaciones familiares, sino que también prepara a los jóvenes para participar de manera constructiva en la sociedad.
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