La salud mental es un aspecto fundamental a tener en cuenta para el correcto desarrollo de los niños y niñas. Uno de los factores más importantes implicados en el bienestar infantil es la colaboración familiar, ya que la familia provee a los niños y niñas de un entorno de seguridad donde pueden aprender y desarrollar herramientas y habilidades de adaptación ante diferentes situaciones. En este artículo, exploraremos la importancia de la familia en el proceso terapéutico infantil y cómo su participación activa puede marcar una gran diferencia.

El hogar es el primer y más importante entorno en el que los niños y niñas se desarrollan. Un ambiente familiar seguro, amoroso y estable proporciona una base sólida que facilita el proceso terapéutico permitiendo que los niños se sientan comprendidos y aceptados por sus familiares. Esto es fundamental a la hora de identificar correctamente de sus emociones y los desencadenantes de las mismas, ligándolas a diferentes tipos de necesidades que han de ser satisfechas. Esto también da pie a que los menores seleccionen estrategias adecuadas para abordar cada situación según sus características, aprendiendo de la experiencia y contando con un entorno que les proporcione seguridad cuando no sean capaces de abordarlo por sí mismos. Estas experiencias también les conducen a desarrollar sentimientos de autoeficacia y autoestima.

Los niños aprenden observando a los adultos que los rodean. Cuando los padres y familiares participan activamente en el proceso terapéutico pueden modelar comportamientos y estrategias de afrontamiento saludables. No se trata de ser padres y madres “perfectos”, sino de que los niños y niñas observen cómo experimentamos distintas emociones y las gestionamos, expresando abiertamente cómo nos sentimos, dándonos tiempo para analizar cada situación y planteando distintas soluciones aplicables a cada una de ellas. Haciendo esto normalizaremos experimentar diferentes emociones eliminando la culpa o el estigma asociado a las emociones “negativas” como la tristeza, el miedo o la culpa.

La colaboración entre la familia y el terapeuta es crucial para el éxito del tratamiento. Los padres pueden proporcionar información valiosa sobre el comportamiento y las experiencias del niño en casa, lo que ayuda al terapeuta a comprender mejor su situación y ajustar las intervenciones según sea necesario. Además, los terapeutas pueden guiar a los padres en cómo apoyar mejor a sus hijos fuera de las sesiones, creando una continuidad en el tratamiento. Por ello es fundamental mantener una comunicación fluida entre terapeuta, familia e incluso el colegio con tal de implicar a los adultos más significativos de la vida del menor en la solución.

El refuerzo positivo es una herramienta poderosa en el proceso terapéutico. Los padres y familiares que celebran los logros, por pequeños que sean, y reconocen el esfuerzo del niño mejoran el clima familiar y aumenta la probabilidad de que estas conductas se manifiesten en el futuro. Poner el foco en lo negativo a veces nos puede conducir a ignorar los momentos en los que los niños exhiben otro tipo de comportamiento disminuyendo la probabilidad de que estos se repitan en el futuro. De modo que es esencial estar siempre “a la caza” de estas situaciones con tal de señalarlas y elogiar a nuestros niños y niñas cuando hacen las cosas bien, demostrándoles que son capaces de ello y que la atención y el refuerzo que obtienen es mayor que portándose mal. Estos refuerzos combinados con castigos selectivos ante conductas de determinada gravedad y que se administrarán siempre de forma inmediata a la conducta inadecuada conducirán al desarrollo de habilidades de afrontamiento eficaces en distintas situaciones de la vida cotidiana.
Coclusión
La familia desempeña un papel insustituible en el proceso terapéutico de los niños y niñas. Su apoyo emocional, participación activa y colaboración con los profesionales de la salud mental son fundamentales para el éxito del tratamiento. Al proporcionar un entorno seguro y amoroso, modelar comportamientos saludables y reforzar positivamente los esfuerzos del niño, la familia puede ayudar a facilitar una recuperación más rápida y duradera. En última instancia, la unión y el compromiso familiar no solo benefician al niño, sino que también fortalecen las relaciones y el bienestar general de todos sus miembros.
Referencias Bibliográficas
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